Llega la hora de lo políticamente inevitable
Viernes, 06 de Julio de 2018 00:00
Fuente

Solo una crisis —real o percibida— da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente.
Creo que esa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible, se vuelva políticamente inevitable”.
La frase pertenece a Milton Friedman, un economista e intelectual estadounidense que falleció en 2006. Y está claro que en su enunciado aparecen dos palabras clave: “crisis” e “ideas”.
Para la primera, la Argentina es especialista. No solo para contagiarse de crisis externas, incluso por el estornudo inoportuno de un país que tenemos que buscar en el mapa para descubrir dónde queda, sino que también es experta en generar crisis propias. Aún más, este país sabe cómo potenciar cualquier crisis y transformarla en un verdadero tsunami.
La Argentina podría definirse incluso como un país en crisis permanente, con breves episodios de reposo, momentos que interrumpimos para desplegar toda la creatividad posible a fin de generar un nuevo conflicto.
Pero si a la Argentina se la reconoce urbi et orbi por ser especialista en crisis, no lo es por generar “ideas”, la otra palabra clave en aquella frase de Friedman. Con una aclaración, cuando Friedman alude a “ideas”, las describe como algo alternativo a las políticas existentes.
Ese es uno de nuestros problemas. Salvo breves y excepcionales etapas históricas, nuestro país no se ha destacado por generar ideas alternativas que promuevan verdaderas reformas en áreas vitales como la educación, la salud, la seguridad. Más aún, la Argentina carece de ideas nuevas en esas áreas hace más de un siglo, por lo menos.
Si superponemos, entonces, el planteo de Friedman al Gobierno del presidente Mauricio Macri, descubriremos sin esfuerzo que no está aplicando ideas alternativas en la crisis, sino las mismas que se aplicaron en turbulencias previas, de orígenes y efectos similares. Caminamos por el mismo sendero, en suma, y tropezaremos con la misma piedra.
De hecho, al escuchar o leer las declaraciones de algunos funcionarios podemos constatar que cualquier idea alternativa es desechada porque resulta políticamente imposible.
Pero, al mismo tiempo, el Gobierno pretende restablecer las expectativas y la confianza perdidas, con recursos superficiales y de eficacia escasa. Como el ilusionista que recurre a trucos gastados, el Gobierno intenta dar golpes de efecto que ya no dan resultado.
Eso lo comprendieron, también, los inversores externos que decidieron vender sus posiciones argentinas, seguidos por los locales. Unos y otros dudan hoy de la reelección del Presidente en 2019, que aparecía imbatible hace apenas cuatro meses. Y esa duda se contagió a la sociedad, que reacciona basada en sus vivencias de otras crisis, y con comportamientos cada vez más desesperados. Por eso, si el Gobierno trabaja para la reelección de Macri usando las viejas ideas, afronta un futuro incierto. Para esa reelección y aún más para el país.
Llegó el momento, acaso, en que el Presidente deba comunicarles a la clase política en su conjunto, primero, y a toda la sociedad después, que aquellas ideas alternativas que eran “políticamente imposibles” hoy se han vuelto “desesperadamente inevitables”.
Por Orlando Molaro